Este viernes, Venezuela dará inicio a un nuevo período presidencial de Nicolás Maduro, quien determina continuar con su posesión a pesar de que el chavismo aún no ha divulgado las actas que respaldarían su supuesta victoria. Por su parte, el opositor Edmundo González se aferra al apoyo internacional para liderar una nueva etapa.
Maduro ha dirigido el chavismo desde la muerte de su fundador, Hugo Chávez, en 2013. Asumió el cargo heredado y mantuvo una legitimidad que se confirmó en las elecciones de ese mismo año tras vencer al opositor Henrique Capriles, legitimidad que posteriormente se perdió ante gran parte de la comunidad internacional en los comicios de 2018.
En ese momento, Venezuela ya enfrentaba una creciente represión, y, de hecho, ninguna figura destacada de la oposición se presentó como candidato al comprobar que no había mínimas condiciones de garantía. En enero del año siguiente, al iniciar un nuevo mandato, el opositor Juan Guaidó se autoproclamó «presidente encargado» respaldado por su posición como jefe de la Asamblea Nacional y el apoyo de unos cincuenta países.
Seis años han pasado desde entonces y la situación se repite, con la diferencia de que ahora la oposición está completamente excluida de las instituciones y se aferra a las elecciones del 28 de julio de 2024, a las que finalmente decidió presentarse tras intensos debates internos. Los principales partidos opositores decidieron dejar de lado sus discrepancias en favor de una candidatura unificada.
Celebraron un proceso de primarias en el cual la líder de Vente Venezuela, María Corina Machado, emergió como clara vencedora; sin embargo, su inhabilitación política -avalada por las instituciones chavistas en los meses previos a las elecciones- obligó a buscar un plan alternativo. Inicialmente, se optó por Corina Yoris, pero al no poder inscribirla, se decidió sobre la marcha incluir al exdiplomático Edmundo González, de perfil público escaso.
Ambas partes llegaron al 28 de julio proclaimando una victoria inminente en sus declaraciones públicas, y la jornada electoral transcurrió con tensión, especialmente a medida que las horas pasaban sin datos oficiales y se registraban incidentes técnicos. Finalmente, el Consejo Nacional Electoral –controlado por el oficialismo– proclamó a Maduro como vencedor, con más del 51% de los votos, frente al 43% otorgado a González.
La oposición acusó fraude desde el primer momento, y Machado -ya como su principal líder- anunció que tenían actas oficiales que sustentaban una victoria clara de su candidato. Estas actas fueron divulgadas en Internet por la disidencia, lo que eventualmente llevó a que Machado y González fueran señalados por la Fiscalía por diversos delitos.
Se presentaron así dos versiones contrarias y Maduro se apoyó primero en el CNE y luego en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para hacer oficial su victoria, aunque ninguna de estas instituciones ha hecho públicas las actas. Países aliados como Rusia, China y Cuba también reconocieron la victoria del mandatario, aunque Maduro ha enfrentado las dudas de gran parte de la comunidad internacional y de teóricos aliados como el colombiano Gustavo Petro y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La oposición, de hecho, ha vuelto a depositar muchas de sus esperanzas en la presión internacional. Machado permanece en Venezuela, pero Edmundo González emprendió en septiembre el mismo camino que habían seguido antes otros representantes de la disidencia, el de exilio, dirigiéndose a España para solicitar asilo tras haber permanecido refugiado en las embajadas neerlandesa y española en Caracas desde el día siguiente a las elecciones.
González declaró desde España que regresaría a Venezuela para tomar posesión del cargo este 10 de enero, descartando así una potencial investidura en el exilio. A pesar de confiar en que «en algún momento» Maduro respetaría la «soberanía popular», como afirmó en una entrevista a Europa Press, lo cierto es que el tiempo ha transcurrido y el presidente venezolano sigue aferrado a su puesto.
La tensión política tras las elecciones condujo a un primer intento de movilización social que fue rápidamente sofocada por las fuerzas de seguridad. Aproximadamente 2.400 personas fueron detenidas durante estas protestas, de las cuales algunas han sido liberadas en los meses posteriores. Esta semana, la Fiscalía reportó más de 1.500 liberaciones en total.
Sin embargo, la ONG Foro Penal advierte que el año 2024 cerró con casi 1.800 presos políticos en las cárceles de Venezuela y tanto la oposición interna como organismos internacionales, como la ONU, temen que la represión se intensifique ante un futuro incierto. Partidos, ONG y líderes disidentes han denunciado simbólicas detenciones arbitrarias recientes, incluyendo la del yerno de Edmundo González y de la misma María Corina Machado.
Mientras tanto, Maduro presume haber evitado «una guerra civil» mientras el chavismo denuncia supuestas conspiraciones golpistas atribuidas a enemigos externos, especialmente a Estados Unidos. Después de rehusar cualquier concesión a la oposición, llama a sus seguidores a acompañarlo en una investidura que, según su versión, debería reafirmarlo como el líder legítimo de Venezuela durante otros seis años.
Edmundo González, por su parte, ha estado en los días previos a la fecha decisiva viajando por Estados Unidos y América Latina, en un último intento de evidenciar los apoyos que tiene antes de su supuesta vuelta. No obstante, a pesar de que la mayoría de los países consideran que él fue el verdadero ganador de las elecciones de julio, no todos han dado el paso simbólico de reconocerlo como presidente electo, una denominación que sí le han otorgado ciertos aliados como Estados Unidos, Argentina, Canadá e Italia.
PURANOTICIA
Con Información de puranoticia.pnt.cl