«Argentina es cara en dólares», comenta Manuel, un empresario del sector gastronómico de 37 años.
En Palermo, un barrio turístico de Buenos Aires, una taza de café tiene un costo de $3.300, equivalente a US$3.2 según el tipo de cambio oficial, solo unos centavos menos que el tipo paralelo, conocido como «dólar blue».
No obstante, el fenómeno de precios altos en dólares no se limita a los puntos turísticos; se observa también en establecimientos menos conocidos y que ofrecen productos que demanda el público argentino.
El precio de un paquete de pan en rebanadas es de US$4, mientras que la manteca cuesta US$3. En el caso de productos importados, un termo Stanley se vende a US$140 en Buenos Aires, cuando en Estados Unidos su precio no supera los US$30.
Según el índice de precios Big Mac de McDonald’s, creado por The Economist en 1986, Argentina tiene el precio más alto de la hamburguesa en América Latina, a US$7.37, ocupando el segundo lugar a nivel mundial, solo superada por Suiza.
Hace un año, el precio del Big Mac en Argentina era la mitad en dólares del precio actual.
Conforme a estimaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS), el peso argentino se revalorizó un 40% en términos reales entre diciembre de 2023 y octubre del año pasado.
Sin embargo, este aumento no se tradujo en una mejora del poder adquisitivo de los argentinos, ya que los salarios se mantuvieron estancados y las medidas del gobierno de Javier Milei generaron una recesión severa, lo que ocasionó una disminución en el consumo.
«No estamos ni mejor ni peor. Tenemos problemas distintos a los del año pasado», afirma el propietario de una panadería con más de 30 años en el rubro, quien apoyó a Milei en las elecciones.
Por lo tanto, el efecto de la desaceleración de la inflación en Argentina, que es el principal logro de Milei en su primer año en la presidencia, combinado con la fortaleza de la moneda local, sorprenderá a quienes no han visitado el país en el último año.
A continuación, te explicamos por qué el país se ha vuelto «caro en dólares» después de haber sido uno de los más asequibles de América Latina, y qué consecuencias tiene esto para su economía.
«Necesito más dólares que hace un año para vivir en Argentina», asegura Thiago, un programador brasileño que recibe su salario en dólares y que eligió residir en Argentina hace dos años por el favorable tipo de cambio.
A raíz del fortalecimiento del peso argentino y la caída del real brasileño —que ha liderado las pérdidas en las monedas de América Latina—, Thiago está considerando regresar a São Paulo porque «con menos dólares vivo mejor allí».
No es el único en esta situación; en agosto de 2024, BBC News Brasil reportó un éxodo de brasileños que abandonaban Argentina porque les resultaba «inviable» mantener su vida allí.
Pero, ¿cómo se transformó la moneda argentina, que Milei devaluó en un 54% al asumir, en lo que recientemente los medios de comunicación han denominado un «súper peso»?
La respuesta está en las estrategias implementadas por Milei para disminuir la inflación –su principal objetivo al asumir– que en 2023 alcanzó un 211% según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Se utilizó una técnica conocida como «ancla inflacionaria». Esto implica que se fijó el tipo de cambio oficial, aumentando su cotización en un 2% mensual, una tasa significativamente inferior a la inflación mensual.
Este enfoque, junto con un «ancla fiscal» que redujo drásticamente el gasto público y un «ancla monetaria» que detuvo la emisión de dinero para financiar al Tesoro, ha sido esencial para que Argentina cerrara 2024 con una inflación anual del 118%, lo que representa una disminución del 44,5% en un año.
Sin embargo, esto ha traído consigo desafíos: mientras el peso se ha fortalecido combinando su devaluación con la inflación, el dólar oficial ha quedado rezagado respecto al costo de vida, reduciendo su capacidad de compra significativamente.
El resultado ha sido un fenómeno nuevo: la inflación en dólares, que varios economistas locales estiman que superó el 70% el año pasado.
En términos prácticos: lo que hace un año comprabas por US$100, ahora cuesta US$170.
No solo el dólar «oficial», que está bajo el control del gobierno, ha perdido poder adquisitivo. El tipo de cambio libre o de mercado también se encuentra en niveles similares a cuando Milei asumió el cargo, a pesar de que la inflación haya superado el 100% en este lapso.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra, señala que esto se debe a una exitosa iniciativa del gobierno que incentivó a los argentinos a traer al sistema financiero los dólares en efectivo que tenían ahorrados en casa o en el extranjero de manera no declarada.
«La tranquilidad del mercado cambiario se fortaleció gracias al blanqueo de capitales», declaró a BBC Mundo. «El gobierno logró, con una confianza y pragmatismo notables, un blanqueo de capitales que facilitó un ingreso substancial de dólares en efectivo», añade el economista.
La iniciativa superó las expectativas. En su primera fase, Argentina logró que ingresaran US$19.023 millones, según la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).
Esto ayudó a contener el dólar paralelo, manteniéndose a una tasa ligeramente superior al tipo de cambio oficial, a diferencia de años anteriores donde la brecha era mucho más amplia.
El «peso fuerte» tiene tanto ventajas como desventajas para el país.
Por un lado, el gobierno resalta que los salarios han aumentado en dólares.
Según un informe de Bumeran, una plataforma de empleo en línea, el salario promedio esperado en el país es de US$1.234, por encima de la media de la región, mientras que hace un año estaba entre los más bajos de América Latina.
Sin embargo, la apreciación del peso también ha llevado a una disminución en la cantidad de turistas extranjeros que visitan Argentina y ha incrementado el número de argentinos que aprovechan el «dólar planchado» para viajar al extranjero.
De acuerdo con datos del Indec, la cantidad de turistas internacionales en el país mostró una reducción interanual del 19,2% en noviembre.
Aun así, la preocupación principal para muchos locales se centra en sectores como la industria, ya que la producción se ha vuelto más costosa, tanto para el mercado interno como para las exportaciones, afectando la competitividad de la industria y del sector agropecuario argentino.
Además, el gobierno ha abierto las importaciones para fomentar la competencia y reducir los precios internos.
El resultado es que «será cada vez más económico acceder a productos importados y la producción nacional será cada vez más costosa», afirma Sigaut Gravina.
Los sectores industriales han expresado que esto podría resultar en una disminución de la producción, lo que a su vez podría llevar a una reducción en el número de empleos.
Los más críticos del gobierno advierten incluso sobre un posible «industricidio», similar al acontecido en la década de 1990 cuando el peso estuvo atado al dólar y muchas empresas cerraron.
Entre los economistas que han señalado los efectos adversos del «súper peso» se encuentra Domingo Cavallo, quien fue ministro de Economía durante el gobierno de Carlos Menem, conocido como el «padre de la convertibilidad» en Argentina.
Cavallo advirtió en diciembre que la actual «apreciación real excesiva del peso» es «similar» a la que se observó a finales de la década de 1990, lo que generó «una deflación muy costosa que transformó una recesión que comenzó a finales de 1998 en una verdadera depresión económica».
En Argentina, crece la percepción de que el peso está artificialmente fuerte en comparación a su verdadero valor o competitividad a nivel internacional, lo que molesta al presidente.
Sin embargo, Milei sostiene que sus detractores están equivocados.
«Desde mi perspectiva, el tipo de cambio no está atrasado», afirmó en una entrevista en enero en la radio El Observador. «Es irritante e insultante la tontería que dijo [Cavallo]».
El presidente considera que la escasa diferencia de cotización entre el dólar oficial y el de mercado, además del hecho de que el Banco Central ha logrado acumular US$25.000 millones en reservas bajo la actual cotización, son prueba de que no hay atraso.
«Además, existe un equilibrio fiscal», resaltó.
Según Milei, la economía no debe ganar competitividad debilitando el peso, sino desregulando, reduciendo impuestos y mejorando el acceso al crédito.
Sigaut Gravina opina que las palabras de Milei intentan minimizar la presión para que el gobierno devalúe nuevamente la moneda argentina.
«Si todos creemos que existe un retraso cambiario significativo, nos llevará a pensar que el peso no puede mantenerse así«, señala.
Sin embargo, el experto arguye que «el principal activo del gobierno en este momento es la disminución de la inflación y devaluar traería, como efecto inmediato, más inflación».
Por esta razón, Milei ha afirmado que no llevará a cabo otra gran devaluación del peso como la que realizó al asumir.
En cambio, el Banco Central argentino ha anunciado que a partir de febrero reducirá la devaluación mensual del tipo de cambio oficial del 2% al 1%, fortaleciendo aún más al peso.
Se espera que esta estrategia contribuya a seguir disminuyendo la inflación, que en diciembre alcanzó un 2,7% mensual.
Sin embargo, muchos se preguntan cuál será el efecto de seguir siendo «caros en dólares».
No obstante, lo que realmente podría determinar la cotización del dólar es lo que suceda una vez que Milei elimine los controles de capital que hoy restringen el acceso al dólar y permita que el peso flote, algo que ha prometido realizar en 2025.
(Imágenes: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO
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