Las demandas radicales de la Casa Blanca habrían modificado drásticamente las operaciones de Harvard, cediendo gran parte de la autoridad de la universidad al gobierno.
En la misiva que la Casa Blanca envió a Harvard el pasado viernes, y que fue publicada por el diario The New York Times, se indicó que la universidad no había cumplido con las «condiciones de derechos intelectuales y civiles» necesarias para justificar la inversión de fondos federales.
La carta incluía diez categorías de cambios propuestos, entre las cuales se encontraban:
El presidente Trump ha denunciado a las principales universidades de EE.UU. por no haber protegido a los estudiantes judíos durante las protestas el año pasado contra la guerra en Gaza y el apoyo estadounidense a Israel en los campus de todo el país.
Al expresar su desacuerdo con estas exigencias del gobierno federal, el presidente de Harvard, Alan Garber, sostuvo que la universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales protegidos por la Primera Enmienda, que salvaguarda la libertad de expresión.
«Si bien algunas de las solicitudes del gobierno buscan combatir el antisemitismo, la mayoría constituyen una regulación gubernamental directa sobre las condiciones intelectuales en Harvard«, argumentó en su carta de respuesta.
Poco después de que Garber enviara esta carta, el Departamento de Educación anunció la suspensión inmediata de US$2.200 millones en subvenciones y US$60 millones en contratos a Harvard.
El Departamento de Educación indicó en un comunicado que «la declaración de Harvard de hoy refuerza la preocupante mentalidad de privilegios que es endémica en las universidades más prestigiosas del país».
David Armitage, profesor de historia en Harvard, declaró a la BBC que la universidad tiene la capacidad de resistir las presiones de Trump gracias a su riqueza y que ningún costo es demasiado alto para defender la libertad.
«Este es, como era de esperar, un acto totalmente infundado y vengativo de la administración Trump, cuyo único objetivo es silenciar la libertad de expresión», comentó.
En marzo, la administración Trump anunció la revisión de aproximadamente US$256 millones en contratos y subvenciones federales a Harvard, además de otros US$8.700 millones en compromisos de subvenciones plurianuales.
Los académicos de Harvard interpusieron una demanda en respuesta, alegando que el gobierno atacaba ilegalmente la libertad de expresión y la libertad académica.
Con un patrimonio de US$53.000 millones, Harvard es una de las varias universidades de élite bajo la mirada del gobierno de Trump.
El ex presidente de EE.UU., Barack Obama, alentó a otras instituciones a seguir el ejemplo de Harvard y no ceder a las demandas de Trump.
«Harvard ha dado ejemplo a otras instituciones de educación superior al rechazar un intento ilegal y torpe de reprimir la libertad académica mientras toma medidas concretas para garantizar que todos sus estudiantes se beneficien de un entorno de investigación intelectual, debate riguroso y respeto mutuo», publicó Obama en redes sociales.
El mes pasado, la Universidad de Columbia en Nueva York accedió a una serie de demandas de la administración Trump tras recibir la advertencia de que se retirarían US$400 millones en fondos federales.
Estas solicitudes incluían la expulsión de estudiantes, la modificación de políticas de admisión, la prohibición de usar prendas que cubran la cara y oculten la identidad, así como la adopción y promoción de una definición de antisemitismo.
Columbia también debía someter a su Departamento de Estudios de Medio Oriente a la «intervención académica» y a la supervisión de un funcionario externo a la institución.
Justo un día antes de que venciera el plazo impuesto por la administración Trump, Columbia cedió.
Recientemente, se informó que el gobierno federal suspendió US$1.000 millones en fondos para la Universidad de Cornell, en Nueva York, y US$790 millones destinados a la Universidad de Northwestern, cerca de Chicago, mientras se lleva a cabo una investigación sobre antisemitismo.
La Universidad de Princeton en Nueva Jersey ha sido notificada sobre la suspensión de becas de investigación por un total de US$210 millones, y la Universidad Brown perdió financiación por valor de US$500 millones.
«Este conflicto se ha estado gestando durante varios meses y representa un nuevo ataque de la administración Trump a los fundamentos de la democracia y la sociedad estadounidense. Por ello, Harvard se ha negado a ser chantajeada y a renunciar a sus programas de diversidad», comentó Dafydd Townley, profesor de política estadounidense y seguridad internacional en la Universidad de Portsmouth, Reino Unido, a BBC Mundo.
Los especialistas coinciden en que los recortes impulsados por la administración Trump afectarán la viabilidad de importantes programas de investigación que las universidades han estado planeando durante mucho tiempo, además de la posible fuga de cerebros.
«Los inminentes recortes drásticos obligarán a las universidades a reducir sus actividades de investigación, lo que podría dejar a algunos grupos de académicos activos en investigación. Peor aún, podría resultar en el colapso total del sistema», escribió Robert A. Brown, presidente emérito de la Universidad de Boston, en la revista Times Higher Education.
«El resultado podría ser que solo las universidades más acomodadas puedan mantener la investigación mientras que las demás se desvanezcan«, añadió.
(Imagen: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO
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