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"Se trataba de ganado virtual, no existía", afirma Felipe Caorsi, un asesor financiero uruguayo que ha investigado el funcionamiento de estos fondos.
Quizás nunca se compraron realmente, o tal vez existieron en algún momento pero ya habían sido sacrificados, o terminaron en los numerosos embarques de ganado que Basso envió a Turquía, indican fuentes del caso a BBC Mundo.
La investigación judicial encontró identificadores que debían estar adheridos a las orejas del ganado, almacenados en cajas.
El sistema de rastreo vacuno resultó basarse en declaraciones juradas que podían ser falsificadas para hacer creer que había ganado donde en realidad no lo había.
"Cuando consultabas en el Ministerio de Ganadería sobre tu ganado, de los 500 animales que tenías, aparecían solo 200. ‘¿Y los otros 300, Gustavo?’ ‘Oh, hubo un movimiento, déjame revisar’. Al día siguiente, al ingresar a la página del ministerio, ya estaban los 500 animales. No sé qué maniobras realizaba", asegura Fablet a BBC Mundo.
Conexión Ganadera había logrado una sólida reputación en el mercado uruguayo.
Pablo Carrasco era la figura más visible. Estuvo años en un prestigioso programa de radio donde discutía sobre política y sociedad, presentándose como un empresario exitoso con ambiciosos proyectos.
"Los roles estaban bien definidos. Carrasco representaba la imagen que hacía atractivo el producto, mientras que Gustavo Basso se encargaba de captar el dinero", señala Caorsi.
Famosos políticos, profesionales y hasta sacerdotes confiaron en ellos, invirtiendo sus ahorros en su esquema.
"La gente confiaba como si estuviera depositando su dinero en un banco. Decían ‘he depositado mi dinero’", explica Nicolás Ghizzo, abogado de un grupo de víctimas.
El negocio creció tanto que otros imitaron el modelo, a pesar de que no podían cumplir con las promesas de pago.
Esto ocurre a pesar de que la ganadería tradicional en Uruguay se financia principalmente con capital propio, bancos y proveedores, no con fondos ganaderos, como explica el presidente de la Asociación Rural del Uruguay, Rafael Ferber, a BBC Mundo.
Tanto Conexión Ganadera como otros fondos de inversión en el sector no estaban supervisados por el Banco Central de Uruguay, ya que, ante una advertencia del regulador, modificaron los contratos para que parecieran inversiones productivas en lugar de financieras.
Según la investigación, un alto porcentaje de las inversiones recibidas no se destinaron a la compra de ganado, como se estipulaba en los contratos, sino que fueron desviadas a otros fines, según el fiscal.
"El 70%-75% de los inversores no posee un solo animal", señala Juan Pablo Decia, otro abogado de las víctimas.
Caorsi sostiene que Basso desvió fondos de Conexión Ganadera hacia inversiones personales, como un frigorífico, préstamos a otro frigorífico, compra de tierras, vehículos de lujo, inversiones inmobiliarias y cuentas en el exterior.
"Hay dinero aparentemente en el extranjero que también sería de los inversores y que no se contabilizó en el número inicial (de activos)", declara el abogado denunciante Ignacio Durán.
"Al ampliar la denuncia, aportamos información sobre una cuenta en un paraíso fiscal, en Andorra", añade.
"Existen alrededor de 30 empresas satélite. Eso fue lo que la Fiscalía informó a los abogados de los afectados", destaca Santiago Alonso, otro letrado que denunció a los empresarios.
Caorsi denuncia la existencia de contratos de inversión fraudulentos. "Al buscar a las personas involucradas, descubrimos que algunos conocían y habían prestado su nombre, mientras que otros no tenían idea de que su nombre estaba en el contrato", relata.
Agrega que, en realidad, el número de damnificados podría no ser de 4.300 como comunicó inicialmente Conexión Ganadera, sino cerca de la mitad, por un total de 220 millones de dólares.
En la primera causa que se inició en este sector, relativa al Grupo Larrarte, la justicia uruguaya imputó a su director, Jairo Larrarte, por delitos de estafa, apropiación indebida y emisión de cheques sin fondos.
¿Podrán las víctimas recuperar parte de su dinero? Por ahora, es incierto.
"Conversando con otras personas, las veo destrozadas. Y sé que, hablando con los abogados, les dicen ‘si no recuperas mi dinero, me suicidaré’. Eso me preocupa", expresa Fablet.
(Imagen: AFP/Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO
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